sábado, 20 de enero de 2018

III SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO. «SE HA CUMPLIDO EL TIEMPO Y EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA; CONVERTÍOS Y CREED EN LA BUENA NUEVA»

La conversión, una tarea permanente


El tiempo de Jesús se ha cumplido y la cercanía de su reino se manifiesta en sus acciones, como también en el compromiso de transformar la sociedad. El término griego kairós es utilizado para referirse sobre el “tiempo” pleno de sentido. A pesar de ello, no remite a algo cronológico, sino a un momento caracterizado más por su cualidad que por su cantidad. Es un tiempo significativo, de esos que cambian la vida y la trascienden. En ese lapso, Jesús anuncia que él es el Señor de la historia; es decir, lo que antes era una promesa, ahora es una realidad con su persona.Pero este Dios, que se ha hecho cercano, invita y pide una respuesta concreta al hombre: “¡Conviértete!”.
Esa conversión solo se logra creyendo en el mensaje de Jesús. Por eso, el problema del “cambio” surge cuando no se cree y no se toma a Dios en serio, y su mensaje de conversión queda como en un instante eterno. Entonces, ¿por qué afirmar que el Reino está cerca? Porque ese reino se gesta en el interior de cada persona. Por eso, la conversión no se trata solo de una cuestión moral, sino de algo más radical y gozoso: la transformación de la mente, el corazón y las acciones de cada día. El problema de la conversión estriba en que a veces hacemos todo lo contrario a lo que Dios nos pide. Es decir, sabemos que Dios es fiel, pero no nos aferramos a su providencia; creemos que Dios perdona, pero no perdonamos a los que nos ofenden; confesamos que Dios es generoso, y la mayoría de las veces consideramos erróneamente que somos el ombligo del mundo y en que “todo me pasa a mí”
La cruz de Cristo es un signo más elocuente que la predicación de Jonás. Jesús llama y extiende sus brazos de tal modo que nadie quede fuera de su amor reconciliador.
P. Fredy Peña Tobar, ssP

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